Trilogia Dragones

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The Guardian desde el 1ero de Noviembre de 2011

Es la hora de las brujas y oficilamente el 1ro de noviembre del 2011. Todos saben lo que significa...Sherri tiene un nuevo libro: El Guardián. Miren lo nuevo de Dark-Hunter/Dream-Hunter/Were-Hunter. Disponible en paperback en librerías. http://www.sherrilynkenyon.com/book/the-guardian/ Llegó la hora de conocer a Seth finalmente. El esclavo número uno de Noir.
El 15 de Noviembre Sherrilyn Kenyon va a sacar una escena extra que continúa después de los eventos en The Guardian. Se va a poder acceder a esta escena extra si uno está registrado en Heroes and Heartbreakers..

“Todoslos hombres, mientras están despiertos, son parte de un mismo mundo. Pero cadauno de ellos, cuando duerme, está en un mundo propio."
 - Plutarco

Prólogo
 "Te gustó el infierno?"
 Sethmiró hacia arriba entre mechones cubiertos de sangre de su cabello castaño,para gruñir ante el sonido de una voz que no había escuchado en siglos.
 Noir.
 DiosPrimario.
 Señorde todas las cosas oscuras y letales.
 Hijo deputa de primera.
 Respondería a esa pregunta tonta, pero lehabían cerrado la boca con un cerrojo los demonios que lo habían estadotorturando por los últimos...
 Ah,mierda, quién podia contar tan alto? Y por qué alguien querría hacerlo cuandocada latido del corazón traía un dolor tan profundo que ya no recordaba vivirsin él? Claro que, durante los siglos, el dolor se había vuelto su propiafuente de placer.
 Si,estoy más loco que Noir.
Con el cerrojo puesto, no podía halar. No esque lo quisiera hacer. Nunca le dio a ninguno la satisfacción de escucharlosuplicar o llorar. Sólo una persona lo hizo suplicar y aun después de unmilenio, su las burlas y condena de padre adoptivo todavía hacían eco en susoídos.
Que se maten. El ya no era un nuño, y moriríaantes de humillarse nuevamente pidiendo por algo que sabía que no recibiría.
Pero habría insultado a Noir si hubiera podidohacerlo. Pero como estaban las cosas, todo lo que podía hacer era mirar conodio al ser milenario y desear poseer sus poderes intactos para traerles plenamiseria a todos ellos.
Con casi dos metros diez de alto, Noir haciaque los demonios a su alrededor temblaran de miedo. Con su traje negroinmaculado y su camisa blanca y liviana se veía fuera de lugar en la habitaciónfría y oscura - una habitación con paredes que estaban salpicadas con lassangre de Seth.

Noir estiró la mano y lo palmeó en el cachetecomo si fuera un cachorro obediente. "Mmm. Tengo que decir que el infiernono te sienta bien. Te he visto al menos un poco mejor que en este estadopatético."
"Andá a cagar," le dijo Seth, perosus palabras eran indescifrables. El cerrojo no le dejaba mover su boca nilengua. Todo lo que hizo fue causarle una ola de dolor enloquecedor que loatravesó.
Como si lo necesitara.
Noir arqueó una ceja. "Gracias? No piedoimaginar que me estés agradeciendo por esta miseria. Sos un enfermo, no?"
Seth molió sus dientes. El tono jocoso de enlos ojos negros de Noir le dijo que el cerdo solo lo había dicho para romperlelas bolas.
Funcionó. No que Noir tuviera que hacer unesfuerzo para lograrlo. El solo hecho... Seth no podía pensar un insulto losuficientemente malo para describir lo que pensaba ...de que Noir estuvieravivo le ponía los nervios de punta.
Noir miró a su alrededor a los otros."Váyanse."
Podia ese tono ser más dominante?
Oh si, esperen. Estamos hablando de Noir.Claro que si.
Y el Dios milenario no tuvo que decirlo dosveces. Los demonios desaparecieron inmediatamente, aterradosd de que la furiade Noir les otorgara la misma "hospitalidad" que le había mostrado aSeth. Después de todo, en algún momento Seth fue la mascota más amada de Noir-una que malcriaba con regalos, después de torturarlo.
El Dios Oscuro nunca había podido soportar alos demonios que le servían.
Si pudiera, yo también me iría.
Seth envidiaba esa libertad mientras su cuerpodesnudo colgaba del techo, con sus manos encadenadas sobre su cabeza. Habíaestado en esta posición por tanto tiempo que los huesos de sus muñecassobresalían entre los cortes que las esposas le habían causado en su piel.
Estaba seguro que eso dolía, pero como el dolorse mezclaba con el de todas sus otras heridas ya no odia distinguir dóndecomenzaba uno y terminaba el otro. Quién habría dicho que la tortura tendríasus beneficios?
Una vez que estuvieron solos, Noir se parónuevamente frente a él con un gruñido que era tan impresionante como gélido."Tengo una proposición para vos. Estás interesado?"
Ni un poquito. Ya había tenido demasiadostratos. No se podía confiar en nadie que mantuviera su parte del trato. QueNoir se queme las bolas en algún agujero infernal por ahi.
 Hastalos Dioses sabían que en este lugar, no tendría que ir demasiado lejos paraencontrar uno de esos.
Seth miró hacia otro lado.
Noir chistó. "No tenés opción exceptoobedecerme, esclavo. Soy tu dueño."
Y eso lo carcomió más que los parásitoscarnívoros que los demonios le tiraban en sus heridas. Váyanse a cagar. Supropia familia lo había vendido a Noir cuando no era más que un niño. Era algoque nunca nadie le dejaba olvidar.
Como si pudiera.
Noir enterró su mano en el cabello de Seth ytiró con fuerza. Esa acción causó que el cerrojo se clavara más profundamenteen su garganta y en su lengua.
El dolor repentino hizo que los ojos se lehumedecieran en protesta mientras sus viejas heridas se reabrían y causaban quela sangre le llenara la boca.
Quizás esta vez lograría ahogarse. Pero sabíala triste verdad. Él era inmortal. La muerte nunca lo salvaría de esta miseria,como tampoco lo había salvado de su violento pasado.
Su única forma de escapar sería lamisericordia de la que Noir carecía.
Noir apretó su puño sobre la cabeza de Seth,tirando todavía más fuerte de su cabello. "Necesito tus serviciosespeciales."
Tengo necesidad de tener tu corazón negro enel puño.
El bastardo sonrió como si hubiera podidoescuchar su pensamiento. "Si esta vez fallás, puedo asegurarte que tupróxima temporada en este lugar va a hacer que esta parezca un paraíso. Meentendés?"
Seth se rehusó a responder.
Noir le arrancó un mechón al soltarlo. Eldolor le traspasó el cuero cabelludo, causando que los parásitos en su cuerpolo mordieran con más ferocidad mientras se movían hacia la herida fresca.
La respiración de Seth se tornó harapienta altrabar la mandíbula para no gemir de la agonía que sentía. Cerró sus ojos confuerza y lucho contra la ola dolor que le causaría quedar inconsciente. Esosolo haría que lo maltrataran todavía más si se desmayaba.
No te desmayes, idiota. Concentrate...
Mierda, quedate despierto!
El agarró sus cadenas mientras su visión senublaba. "Vas a hacer que me sienta orgulloso y obtenga lo que necesito,o..."
Noir no terminó la amenaza. No tuvo quehacerlo
Ambos eran más que consientes que Seth haríacualquier cosa para evitar volver a este patético estado de su existencia. Apesar de toda su resistencia, la cruda verdad era obvia.
Su crueldad lo había quebrantado.
Y él nunca sería el mismo.
No quedaba nada dentro de él excepto una rabiatan profunda, tan intensa, que podía saborearla. Esa furia mezclada con elhierro del cerrojo, y sangre - era todo lo que había tenido como sustento estosúltimos siglos.
La sonrisa de Noir se volvió genuina."Sabía que entrarías en razón eventualmente." Él chasqueó los dedos.
Las esposas en las manos de Seth se rompieron.Él cayó desde el techo para aterrizar en sus piernas. Pero siglos de abusos yde no usarlas hicieron que no pudieran soportar su peso.
Él cayó al piso donde quedó tan débil que nisiquiera pudo levantar su cabeza. No había una parte de su cuerpo quefuncionara. Había pasado tanto tiempo desde que había usado sus músculos.
Noir lo pateó en el estómago losuficientemente fuerte como para darlo vuelta, sobre su espalda. Frunciendo loslabios recorrió a Seth con una mirada de desprecio. "Sos asqueroso, perropatético. Andá a lavarte." Luego se desvaneció en la oscuridad.
Seth se quedó en el piso, sin poder abrir laboca por el cerrojo. Pestañeando con fuerza, miró su sangre en las paredes a sualrededor. Las sombras hacían que las manchas de sangre bailaran. Y allí vio lasilueta de su cuerpo desnudo y lastimado.
Todo porque había hecho un trato estúpido conla única persona que alguna vez había llamado amigo.
Nunca más seré así de estúpido.
Porque nadie lo había ayudado. Ni una vez. Entodo este tiempo. Ni una sola entidad había venido a ofrecerle ninguna clase decompasión o consuelo...mucho menos una disculpa.
Un sorbo de agua...
Esa también sería una lección que nuncaolvidaría.
Lo que sea que le pidiera Noir, lo haría. Sincuestionarlo. Sin misericordia. Cualquier cosa para no volver a este lugar yvolver a ser lastimado.
Solo un minuto de paz...por favor. Era muchopedir?
Habiendo tomado esa decisión, se preparó parauna nueva oleada de dolor mientras se levantó sobre sus extremidades temblandomientras sentía que sus poderes finalmente volviendo. Con cada latido él sehacía más fuerte. Aun así, no tendría toda su fuerza.
Jamás.
Noir nunca lo había permitido. Y tanto él comoAzura lo drenaban cuando se hacía demasiado poderoso.
Pero ya tenía los suficientes como paravestirse y pararse erguido, aunque sus piernas todavía no estaban del todofirmes. Y cuando los demonios volvieron, él les dio su merecido.
Le rogaron por clemencia. Pero ya le quedabanada. No después de que ellos violaron sin piedad cada parte de él al punto enque no podía recordar un momento cuando su cuerpo no doliera por la tortura.Minuto tras minuto, por siglos y siglos, brutalmente le robaron lo que lequedaba de la humanidad que alguna vez había poseído.
No volverían a quitarle nada, y él nunca jamásvolvería a confiar en alguien más. Sin importar qué. Que los Dioses ayudaran aquien sea que Nior le pidiera perseguir.
Porque él no sentiría lastima por ellos.Jamás.
Capitulo 1
El infierno tenía muchos significados. Cadauno de ellos tan único como la persona que lo define. Para una persona, la ideade estar atrapado por toda la eternidad en un video de Michael Bolton era elepítome del horror. Para otra persona, era estar atrapada en un ascensor conalguien que habla muy fuerte por el celular y no poder asesinar a esa persona.
Para Lydia, el infierno era la oscuridad quela rodeaba que hacía eco con los gritos de los condenados siendo torturados. Noera sólo sus miserias o sus súplicas de piedad a quienes no les importaba loque lo hacía tan malo, era los recuerdos que esos gritos conjuraban. El terrorde algo en lo que no quería volver a pensar nuevamente. Enterrados hace muchotiempo esos recuerdos de una noche en particular y las heridas sangrantes queexponían todavía podían ponerla de rodillas.
No pienses en eso.
Pero cómo no pensar? Esa noche había sido laúltima noche que tuvo una familia que la amó. Entonces, como ahora, sólo habíapodido ver la oscuridad opresiva que le hacía doler los ojos. La oscuridad lahabía aprisionado tan fuerte que pensaba que estaba ciega y muda. Y cuando finalmentepudo librarse de ella, todo lo que encontró fue sangre y terror
Ya no eres una niña.
No, ella era un chacal. Más que eso, unaguerrera bien entrenada con mil años de arduos entrenamientos de combate. Nohabía un alma en Azmodea que pudiera lastimarla.
Te olvidaste de Noir.
Bueno, solo una.
Y Azura?
Okay, dos… Tuvo experiencias peores, más vecesde las que podía contar.
Si, pero no tenían los poderes de un DiosPrimario.
Conciencia? Estás tratando de volverme unacobarde?
Estoy tratando de inculcarte sentido común. Nohemos sobrevivido durante tanto tiempo siendo estúpidas, no con toda la genteque quiere matarnos.
Y por qué? Por un amigo? Qué clase de idiotaeres?
Aparentemente una fuente constante deestupidez. Si fuera cualquier otra persona excepto Solin atrapado aquí, ellajamás habría aceptado hacer esto.
Pero ella le debía tanto. Él la había aceptadocuando nadie más lo hubiera hecho. Él la había entrenado y había permanecidojunto a ella. Le había enseñado cómo sobrevivir y cómo pelear. Sin él, ellapodría estar muerta ahora.
Inclusive Solin te diría que eres una estúpidapor hacer esto.
Sí, lo haría.
La bondad es una fruta podrida que envenena acualquiera que la toque. Tirársela a tus enemigos y deja que los arruine aellos. Cuantas veces se lo había oído decir?
Aún así, a pesar del odio que llevaba yvociferaba, la crió como una hija querida. Nunca, ni una sola vez él había sidoavaro con su amor, paciencia o bondad.
La personalidad humana es definida por susinconsistencias.

Otra de las frases favoritas de Solin.
Es lo que nos hace únicos e irrepetibles.
El sonido de su voz en su cabeza erasuficiente para hacerla sonreir a pesar del peligro en el que se encontraba.
Tengo que encontrarlo.
Él vendría por ella si ella lo necesitara.
Lydia se congeló mientras su oído privilegiadodetectó un leve sonido a su izquierda. Sus fosas nasales se ensancharonmientras registraron un nuevo aroma.
Demonio masculino.
Cerca.
No respires, no respires…
No porque ella no quería ser detectada. Peroporque el mal olor sería terrible para un humano. Para un were hunter híbridoera más que doloroso. Ella se tapó la nariz para bloquearlo con antelación. Aúnasí podía olerlo.
Se bañaban en una laguna de mierda? Qué hacíaque tantos demonios tuvieran un olor tan nauseabundo?
“Mmm…qué tenemos aquí? No me di cuenta quehabía llegado el delivery. Es muy dulce de tu parte…” sus palabras sedetuvieron cuando ella lo agarró de la garganta.
Morir por mi. Ella terminó su oración en sucabeza. Pero cuando se movió para clavarle un cuchillo, él se destelló fuera desu alcance.
Mierda!
Lydia se dio vuelta en la oscuridad, tratandode dares cuenta dónde estaba parada. Ya no podía olerlo o escucharlo
Un grito agudo ahogó los llantos de los demás.Ella se puso las manos sobre los oídos.
Justo lo que necesitaba. Tímpanos sangrantes.Entonces el grito se hizo todavía más fuerte.
Estaba acercándose.
Algo duro le pegó en la espalda, tumbándola.
Aunque la estaba matando, ella bajó la manopara sacar la otra daga. Aquí demonio…ven a probar el acero.
Algo que se deslizaba se movió a su derecha.Ella intento alcanzarlo, dando cuchilladas al aire esperando alcanzar alenemigo que estaba ahí.
En vez de hacerlo sangrar, ella derramó supropia sangre al chocarse con una puerta. Hijo de…susurró en medio del dolorque explotaba en su cabeza. Sangre cayó de su nariz. Ella pateó la puerta de labronca.
Para su sorpresa, se abrió, haciendo rechinarlas bisagras. La luz se derramó en el pequeño espacio, cegándola temporalmente.Ella parpadeó hasta que sus ojos se ajustaron, luego frunció el ceño al veralgunos de los tubos fluorescentes que iluminaban el lugar. Qué extraño. Lerecordaba a una pulsera luminosa, pero este líquido era más espeso y de uncolor azul brillante.
Ahora que podía ver con claridad parecía quelas paredes sangraban. Ella frunció la boca del asco. Qué era eso?
Apuesto a que es lo que apesta.
Nah, solamente el olor a pie sucio de demoniopodía ser tan asqueroso. Y hablando de demonios, el demonio con el que estabapeleando parecía haber desaparecido.
Dónde estás?
Dónde estaría Solin? Ella había tratado envarias ocasiones de usar su telepatía para contactarlos, pero lo que sea queestuviera aprisionándolo de alguna forma había bloqueado esa habilidad. Ella nisiquiera podía alcanzarlo a través de los sueños. Lo cual, dados los poderes deambos, no debería haber sido un problema
Ella odiaba sentirse completamente sola. Lerecordaba esas semanas en su niñez cuando no tenía a nadie.
Siempre estamos solos. Podes estar en unahabitación llena de personas y aún así sentir la soledad. Personalmente, creoque es peor cuando tenés gente alrededor. Otra de las cosas en las que Solinsiempre insistía.
Ella dio vuelta una esquina y se quedópetrificada. El demonio oloroso había vuelto. Y había traído amigos con él…
Muchos amigos. Quizás dos o tres docenas. Ycuando la vieron, sus ojos se encendieron e irradiaron un color todavía másintenso que el de los tubos. Era como si se estuvieran salivando.
Corre!
Ella no era una cobarde, pero solamente untonto se enfrentaría a tantos demonios solo. Y ella no era ninguna tonta.Después de lanzarle su daga al más alto de todos, se dio vuelta y corrió endirección opuesta. Solo esperaba que el cuchillo hubiera dado en el blando.Pero no iba a quedarse a esperar para averiguarlo.
Primera regla en una persecución. Nunca mireshacia atrás.
En vez de eso, ella bajó la cabeza y siguiócorriendo. Ella dobló en una esquina y se metió en otro pasillo. Aquí la luz noera tan brillante, pero era lo suficiente como para ver donde estaban lasparedes y las puertas.
Desafortunadamente, no le dejaba ver el piso.O la cosa con la que se tropezó.
Por un momento, ella voló por el aire hastaque cayó de cara al piso. Agua podrida le salpicó la cara mientras el dolor lehacía latir la rodilla, el estómago y la mejilla.
Ella hizo un esfuerzo para levantarse ysecarse el agua podrida y la sangre. Aunque dolía, se forzó a seguir corriendo.
Andate.
Ella podía huir y volver más tarde parabuscarlo. Al menos eso fue lo que pensó hasta que escuchó algo familiar detrásde la puerta a su izquierda.
“La concha de tu madre, vos y tu pequeñaperra.”
Solin. Ella reconocería ese tono irónico y eseacento griego en cualquier parte. Sonriendo a pesar del dolor, ella abrió lapuerta, lista para pelear.
Para lo que no estaba lista era para elgigante….no sé qué cosa era que estaba tratando de comérselo. Una masa de pielverde oscura con marcas rojas, el demonio se dio vuelta hacia ella.
Y este si se relamió mientras sus ojosamarillos la paralizaron con una mirada sagaz que le revolvió el estómago.
Ni en tus sueños idiota.
“Lydia?” Solin preguntó sin poder creerlo. Lehabían pegado tanto que si no fuera por su voz, ella jamás habría podidoidentificarlo. “Nena, que estás haciendo? Salí de acá mientras puedas.”
No me voy sin vos. Le proyectó. “Te eduquémejor que esto. Aplica la primera regla para sobrevivir.”
Salvate tú antes de salvar a alguien más. Ellalo sabía bien. Pero alguien que seguía esa regla no podía decirle al rescatistaque se fuera antes de salvarlo.
Típico de Solin.
Alzando su cuchillo, ella se acercó aldemonio. Él se movió mucho más rápido que lo que algo de semejante tamañodebería poder moverse. Con un giro impresionante, él esquivó su ataquecompletamente y la agarró desde atrás.
Ella trató de liberarse de su agarre. Era comoahogarse en gelatina pegajosa.
Él se rio ante sus intentos fallidos. Como sino fuera lo suficientemente malo, le lamió la mejilla. “Qué bocado másapetitoso que eres.”
Ella se encogió del asco. Por todos losdioses, ninguno de ustedes escuchó hablar de las pastillas de menta"
Mentos podría fabricar pastillas acá abajo.
Ella le pegó un cabezazo cuando llevó a cabezahacia atrás y al menos esta vez lo hizo gemir del dolor.
“Vas a pagar por eso.” Él la levantó en el airey la tiró contra el piso.
Lydia se puso de pie, e hizo una mueca dedolor al tremendo dolor que se esparcía por su cuerpo.
“No hagas esto, Dee. No lo hagas.”
Ella ignoró a Solin, mientras con el demoniohacían círculos alrededor del otro. Justo cuando se preparó para atacarlo, eldemonio se desvaneció ante sus ojos. Ella se dio vuelta para buscarlo, peroantes de que pudiera respirar, el apareció detrás de ella y la pateó contra lapared.
Más agonía recorrió su cuerpo, disminuyendo suvisión. El demonio la atrapó.
“Todo se terminó para vos, gatita.” Elintensifico su apriete, exprimiendo lo último del aire en sus pulmones.
Sus oídos comenzaron a zumbar.
Justo cuando estaba segura que él la mataría,escuchó un grito fuerte que resonó en las paredes. “Suéltala. Ahora.”
Definitivamente no era Solin. Esa voz graveera única.
El demonio la dejó ir y dio un paso haciaatrás.
Tosiendo, ella se dio vuelta, poniendo suespalda contra la pared para enfrentar a esta nueva criatura. Ella se secó latranspiración de sus ojos y se enfocó en la puerta.
No lo puedo creer…
No hay más nada que pueda hacer.
Capitulo 2
Lydia no se podía mover. No podía respirarmientras miraba al ….
 Demonio?
 Nohabía otra forma de describirlo. Era la única posibilidad…
 Salvoun Dios. Y ni siquiera Azura o Noir dejarían que un Dios estuviera en susdominios, a menos que fuera su hermana, Braith. Los Dioses, como regla, nocompartían el territorio fácilmente. Ni siquiera con su familia.
 Nadieen su sano juicio compartiría el territorio con una criatura tan salvaje.
 Morocho, mortal y tenebroso, estaba envueltoen un aura de poder supremo. Uno que hacía que el aire entre elloschisporroteara con su fuerza e intensidad sobrenatural. La de él, era unapresencia que haría que Darth Vader corriera pidiendo por su mamá. Le ponía lospelos de punta. Ella nunca había visto algo parecido, a pesar de haber vistomuchas cosas terroríficas en sus más de mil años. No sólo había entrado en lahabitación.
 Ladominaba.
 No. Lacomandaba.
 Con surespiración entrecortada, se tomó un momento para estudiar a su enemigo,esperando encontrar alguna clase de debilidad.
 Sí,claro… Era como tratar de encontrar una forma de contener un huracán. Y a pesarde que él estaba calmado en este momento, tenía la singular impresión de que élpodía tornarse violento sin más provocación que arquear una ceja de una formaque a él no le gustara.
 Sulacio cabello castaño oscuro rojizo estaba peinado hacia atrá s, en una cola decaballo. Ese cabello no estaba compuesto por un solo tono de rojo, sinomechones de todos los colores, pasando por el rubio al caoba, al castaño, hastael negro. De alguna forma se complementaban dando la impresión de cabellorojizo.
 Con másde un metro noventa de altura, era la persona más intimidante que había visto.Intimidante al nivel de mojarte en los pantalones porque va a chuparte el almay comérsela cruda. Más si tomabas en cuenta que ella era una persona que podíapasear en las peores pesadillas que existían. 
 Surostro estaba pintado de blanco con líneas angulares rojas y negras pintadas detal forma que le recordaba a un guerrero Kabuki. Aunque, como era un demonio,podia no ser pintura. Bien podría ser el color natural de su piel. Las líneasrojas, estaban dibujadas de forma que daban la impresión de una miradasiniestra y burlona. Sus ojos estaban cubiertos de negro, que bajaban por loscostados de su nariz para formar una punta sobre ella. De la misma forma, elcolor negro subía por el costado de sus ojos hasta la base del cabello. Esecolor enfatizaba, la palidez, frialdad y rudeza de esos ojos color azulmetálico.
 Desalmados.
 Nohabía nada en sus ojos excepto la promesa de una muerte brutal y un dolor tanprofundo que su mirada podría traumatizar a cualquiera que tuviera un gramo deinstinto de preservación.
 Dado sutamaño, intimidaría hasta en su peor día. Junto con su armadura color borgoña ydorada con puntas cubiertas de sangre, y el gesto en su cara, podría hacer queel mismo diablo se arrinconara en una esquina.
 Dios,ayudame . . .
 Lydiaquería alejarse de él, pero estaba la pared que la frenaba. No había forma deretroceder. El único camino era a través de él.
 Si, yeso no va a ser posible. Ni siquiera un camión con acoplado podría moverlo.
Sería como tratar de atropellar a godzilla.Ella respiró lentamente, esperando a que él la atacara.
 “No teatrevas a lastimarla!” Solin gruñó desde donde estaba encadenado a la mesa.“Juro por los Dioses, que te voy a carnear como a un cerdo si le respirasencima.”
Eso causó que el demonio levantara la ceja enuna expresión de burla . “Ya establecimos que no hay nada que puedas hacer,excepto salpicar mi armadura con sangre.” Y volvió su mirada brutal hacia ella.“Quién y qué sos?”
Estoy muerta sería la respuesta más obvia. Porfavor hacelo rápido. No quería permanecer en la miseria. No por nada.
 Y todosobre el demonio decía que él disfrutaría verla sufrir.
 Él seacercó a ella con la intención de atacarla. “Respondeme, perra.”
 Quiénhabría pensado que se volvería más terrorífico?
 Ellapreferiría enfrentar a Freddy Krueger treinta minutos después de habersetragado varias pastillas para dormir que confrontar a esta tremenda montaña depoder demoníaco.
 Lydiaagarró fuertemente su daga y se apretó contra la pared, tratando deteletransportarse.
 Nopodia.
 Estoyatrapada. Algo bloqueaba sus poderes y la mantenía en este lugar como uninsecto atrapado en una telaraña.
 Eldemonio estaba casi sobre ella. “Hablá mujer,” le gruñó. “Ahora!”
 “Nopuede.”
 Laspalabras de Solin lo distrajeron. Él enfocó su mirada en el cuerpo sangrante deSolin.
 “Explicate.”
 “Ellaes muda.”
 Eldemonio le dedicó una sonrisa burlona. “Estás mintiendo.”
 “Notengo necesidad de mentir. Ella nunca fue capaz de decir una palabra, así queno podés torturarla para obtener ningún tipo de información que te sirva. Salvoque puedas leer la mente o sepas lenguaje de señas.”
Seth se tomó un segundo para considerar laspalabras de Solin. Estaba mintiendo?
 Por quémentiría?
 Por quéno? Era lo que la gente hacía. Muchas veces y por ninguna razón aparente, ycada vez que eran atacados y quería protegerse. Aunque no supiera otra cosasobre los Dioses o la humanidad. Sabía este simple hecho.
 No sepodia confiar en nadie. Jamás.
 Aunasí, tenía curiosidad sobre su presencia. Por qué alguien en sus cabalesvendría a este lugar infernal?
 Habíauna sola explicación que se le ocurría…
 “Quérelación tiene ella con vos, Dios de los Sueños?”
 Solinse rehusó a mirarla. En vez de eso, miró a Seth con una intensidad de espírituque comandaría respeto si Seth fuera capaz de respetar a alguien. “Nada. Soloun Dream Hunter que enviaron para salvarme.”
 Estavez supo que Solin estaba mintiendo. Y él estaba podrido de sangrar ysufrir  por la negativa del bastardo dedarle lo que necesitaba para liberarlos a los dos. La rabia lo invadía mientrasse dio vuelta para finalmente matar al imbécil de una vez por todas.
 Solinno sabría que esta sería una muerte por piedad.
 Mientras levantó la espada para cortarle lacabeza a Solin, la pequeña ratoncita asustada de lanzó hacia él con todo lo quetenía. El peso de su pequeño cuerpo chocó contra el suyo con más fuerza de laque él la creía capaz. Agarrando su muñeca, ella trató de desarmarlo. Cuandoeso falló, ella lo acuchilló en el brazo, tan profundamente, que enterró lahoja de la daga hasta la empuñadura.
 Seth sehabría burlado de su ataque si no hubiera estado tan aturdido. Nunca nadiehabía tenido el coraje de atacarlo abiertamente desde que sus poderes noestaban restringidos, antes de su confinamiento.
 Quécarajo?
 Ella lepegó una piña en la garganta, algo que habría funcionado con cualquier otro.Pero demasiados siglos de tortura lo habían inmunizado al dolor físico.
 Frunciendo los labios, levantó su brazo paraabofetearla.
 “No teatrevas!” Solin tiró tanto de sus cadenas que cada músculo de su cuerpo setensó.
 Sethfrunció el ceño ante la reacción violenta del Dios del Sueño. Solin no habíapeleado de esta manera en semanas. Si sólo la voluntad pudiera romper lascadenas, Solin habría podido escapar fácilmente. 
Él tenía razón. La mujer significaba algo paraSolin.
 No, sedio cuenta mientras vio la mirada asesina en los ojos de Solin mientras el Diosputeaba a Seth y sus progenitores. Ella significaba todo para él.
 Esto notiene precio.
 Seth laagarró de las manos, la dio vuelta en sus brazos, y la apretó contra su cuerpopara que mirara cara a cara a Solin. Furiosa, ella lo confronto como una leonaprotegiendo a sus cachorros.
 Interesante….
 Solinsoltó un rosario de profanidades mientras trataba inclusive con más fuerza dealcanzarlos.
 Muyinteresante.
 Estabadispuesto a morir por protegerla.
 Finalmente encontré la forma. Ella sería laclave para obtener la información de Solin de una vez por todas. Los Diosesfinalmente habían tenido misericordia y le habían tirado un hueso.  Él sonrió lentamente.
 Hastaque ella le pegó en la mandíbula con la cabeza con la suficiente fuerza comopara recordarle sus siglos de tortura. Le tomó toda su fuerza de voluntad noquebrarla en dos. En ese preciso momento, todo lo que podía saborear era susangre.  Era todo lo que quería.
 Matalay Solin no te va a servir de nada. Si lo hacés nunca va a hablar.
 Eso fuelo único que salvó su vida. Pero ella no seguiría respirando por mucho mástiempo si no la cortaba. En realidad, su control iba deteriorándose cada vezque ella le hundía los dientes en la mano y lo mordía hasta que sangraba.
 Sacándolos de la sala de interrogación, él lallevó a su habitación. Allí, la hizo volar fuera de su alcance.
 Elladio un par de vueltas hasta que pudo recuperar el equilibrio. Su cabello negrocayó a su alrededor de sus hombros como un manto de seda mientras ella caíaagachada como algún depredador a punto de ir por él.
 Él laclavó con la mirada. “No lo hagas.”
 Lydiase congeló con esa palabra que prometía una muerte dolorosa si desobedecía. Aunasí, ella sostuvo su posición, lista para atacarlo si él daba un solo pasoadelante.
 Su fríamirada la mantuvo en su lugar mientras él se sacaba la daga del brazo. Ellahabía sido capaz de penetrar la armadura y sabía por la sangre en sus manos quelo había lastimado exitosamente.
 Peromás que la daga llena de sangre que tiró al piso, no mostró signos de estarlastimado. Ni siquiera había hecho un gesto de dolor.  Como mucho, parecía disfrutarlo.
 Estoyen el horno.
 Quiénera él?
 Qué eraél?
 Él selimpió la sangre de la mano como si no fuera nada. Dejó en su armadura unamancha roja que no se disimulaba mucho con el color borgoña. “No podés matarmegriega. Todo lo que podés hacer es que me enoje. Te sugiero, si querés seguirrespirando, que no vuelvas a hacerlo.”
Ni siquiera estaba en el horno. Estaba muchomás allá de eso, tanto que no podía ni medirse. Estaba meada por una manada de dinosaurios.
 Qué voya hacer?
 Morir,sin duda. Pero nunca sin pelear.
 Sethvio como la racionalidad volvía a sus ojos. Ojos topacio de felino queliteralmente brillaban como su espíritu intrépido. Nunca había visto ojos comoesos. Y fueron esos ojos los que le dijeron que Solin estaba mintiendo. Los DreamHunters griegos, aquellos que  protegíana quienes dormían de las pesadillas y otros depredadores del inconsciente,tenían brillantes ojos azules.
 Élnunca había visto ojos como los de ella.
 “Podéshablar?” Él quería saber si Solin también había mentido sobre eso.
 Ellanegó con la cabeza lentamente.
 Almenos ella podía entender lo que decía. Eso era algo. No mucho, pero algo.
 Ellacomenzó a mover sus manos en una danza etérea. Era hermoso de ver. Y le tomó unminuto darse cuenta que ese era su lenguaje.
 “No teentiendo.”
 Estavez, ella hizo un gesto con sus uñas. Ese gesto sí lo entendió.  “Vos también.”
 Ahoramovía sus manos obviamente con rabia. Sin duda lo estaba puteando tanto comoSolin lo había hecho.
Diablos, ella era hermosa. No de una formaclásica y perfecta, como un Dios o un Demonio. Sus ojos eran muy grandes parasu cara ovalada. Tanto que casi la opacaban. Y sus uñas estaban aserradas comosi ella tuviera el hábito nervioso de comérselas.
 Perosus labios…
 Gruesos, llenos y de un color rosadobrillante, eran perfectos. El solo pensar en ellos, hacían que su cuerpo serevelara. Lo hacía dolerse por poseer la misma cosa que debería estar matando.
 Conrazón Solin la protegía tanto. Si ella fuera su mujer, mataría a cualquiera quese le acercara también. Cómo no hacerlo? Era un instinto primario el protegerlas cosas que eran importantes para uno.
 No entu caso.
 Eso eraverdad. Él era un animal a lo que no le importaba nada, excepto él mismo. Eratodo lo que conocía. No vivía la vida. La soportaba. Noir se había encargado dehacérselo entender y nada iba a mostrarle lo contrario. Su existencia se basabaen sobrevivir. No había nada más en su mente. Nada. Él hacía lo que le decían.
 Notenía otra opción.
 Y eneste momento, tenía un Dios al cuál extraerle información.
 “Vos,te vas a quedar acá,” le dijo a la mujer. Entonces volvió para interrogar aSolin por lo que con suerte sería la última vez.
 Lydiadejó de moverse al encontrarse sola.
 Dóndeestaba el Demonio?
 Mejordicho, dónde estaba ella?
 Como elresto del reino en el que estaba, la habitación era oscura, y la única luzvenía de esos tubos azules en el cielo que de manera extraña le recordaban a lasangre. El aire era frío y húmedo y hacía que el lugar fuera todavía másdeprimente.
 Lo másraro era que no había una puerta. Ni siquiera rastros de ella. Tampoco unaventana. Ella caminó alrededor de la habitación. Volviendo sobre sus pasos. Porsupuesto. La única forma de entrar o salir era la teletransportación. Algo queella todavía no podía hacer.
Maldición!
Atrapada, vio una cama en la esquina másalejada. Sábanas de piel la cubrían, pero parecía que nadie dormía en ella. Adecir verdad, tenía una capa de polvo alrededor. Las paredes eran de piedra,húmeda como las paredes de los pasillos en los que había estado anteriormente.
 Habíauna chimenea, pero no había fuego que eliminara el frío en la habitación que lellegaba hasta los huesos.  Al lado de lamisma había un enorme y limpio escritorio barroco de madera. Una laptop, descansabasobre el mismo.  Era el único objetopersonal en la habitación.
Curiosa, caminó hacia ella, con la intenciónde prenderla. Pero en el momento en que la tocó, la tapa se cerró, y decasualidad no le agarró los dedos.
Qué carajo?
Ella trató de abrirla, pero no quiso abrirse.Era como si estuviera viva y sabía que ella no tenía que usarla. Si claro…
Al menos no la estaban torturando.
Todavía.
Qué voy a hacer?
Levantar la daga, y esperar. Ella hizo ungesto ante la cantidad de sangre que había en ella. Parecía que había perforadouna arteria. Y él ni siquiera había mostrado una reacción. Obviamente era uninmortal. O alguien a quien le gustaba el dolor.
Estoy muerta.
Qué más haría con ella, además de matarla?
La respuesta obvia la aterraba más que pensaren morir. No voy a dejar que me viole. Quizás no sería capaz de matarlo, perovoy a castrarlo si me pone una mano encima.
Con ese pensamiento en la cabeza, ella fuehasta la esquina, y se sentó en el piso con su espalda contra la pared. Ahorasi estaba lista para él y para la batalla cuando él regresara.
“Dónde está Lydia?”
Seth hizo una pausa al escuchar el tonodesafiante de Solin. Así que ese era el nombre de la mujer.
Lydia. Era lindo…como una canción. Pero él noera un poeta.
Él era la muerte. Y ella no era otra cosa queun peón para obtener lo que necesitaba. Entrecerrando los ojos, fue  hastala mesa donde Solin estaba encadenado. Demasiado bien sabía lo que dolía estarencadenado de esa forma.
Qué humillante. No había sentimiento peor queestar a merced de alguien más y no poder luchar o protegerse. Estar así sinsaber cuándo comenzaría la próxima sesión de tortura.
 Notener dignidad.

Dentro de él, una parte sentía lástima porSolin.
No te atrevas! Le gritó su cabeza. Era eso loque había hecho que lo castigaran en primer lugar. Y si él no conseguía lo quenecesitaba, volvería al mismo lugar.
Nunca nadie vino a rescatarte. Él no debíaolvidarse de eso. Nadie había tratado de ayudarlo. Él nunca había tenidocompasión por nadie.
Ni siquiera su propia madre. El recuerdo de subrutalidad estaba tan fresco hoy como lo había estado durante su niñez,puteándola porque lo había abandonado a su muerte.
 Sinprotección
Solo.
Pero Lydia había venido por Solin. Habíaarriesgado su vida tratando de ayudarlo. Los celos invadieron su corazón. Quéera tan especial de Solin que merecía esa lealtad y preocupación? Tantosacrificio personal?
Cómo te atrevés a proclamar a esa patéticamiseria como mi heredero divino! me enferman. Cómo te atrevés a darle minombre, perra! Ambos Sal de mi vista antes de que destripe a ambos. Esas habíansido las últimas palabras de su padre. Era como todos lo habían visto desde esemomento. Nada más que basura sin valor para usarse y luego descartarse
 Pasarlepor encima.
 Y esoencendía su temperamento.
 Él seacercó a Solin y lo agarró del pelo. Con sus fosas nasales dilatadas, forzó aSolin a encontrarse con su mirada. “Decime lo que quiero saber o la mato”
 Solinmiró la sangre en su armadura. “Cómo sé que no lo hiciste todavía?”
 Sethhizo un gesto de desprecio. Era su propia sangre la que manchaba su armadura,no la de Lydia. Sangre que le habían arrebatado por el solo hecho de que teníaque sacarle información al griego.
 SoloSolin podía terminar con el sufrimiento de Seth y el maldito bastardo no lohacía. Maldito sea por eso.
 Así quedecidió cobrársela atormentando al griego, no tanto como Noir lo habíaatormentado a él, pero lo suficiente para hacerlo sentir mejor. “Dónde estaríala diversión en eso? Es peor para vos saber que la tengo a mi disposición.Puedo hacer lo que quiera con ella y no hay nada que puedas hacer paradetenerme. Nada.”
Solin lo puteo de arriba abajo con tantafuria, que era increíble que la boca no se le hubiera prendido fuego.
Seth tiró con fuerza del cabello de Solin. “Siquerés que siga intacta, decime dónde está la llave”
 “No losé.”
“Mentira! Sé que sos el único que tiene accesoa ella.”
Solin negó con la cabeza.
Seth quería fracturarle el cráneo. Noir seponía cada vez más impaciente. Si Solin no largaba la información pronto, Noirlo devolvería a su agujero y le cocería la boca de vuelta.
Esta vez, sería permanente y no le volverían adar otra oportunidad.
Si eso pasaba, que los Dioses ayudaran aSolin. Noir no tendría piedad con él. Tanto como el idiota pensaba que estaba sufriendo ahora,  no era nada comparado con lo que le esperaba.
Él sabía por experiencia propia que el peorlugar para estar era entre Noir y lo que sea que Noir quisiera.
Dale, bastardo estúpido.  Dame lo que necesito para poder salvarnos losdos “Decímelo y los dejo ir a los dos.”
“Andá a cagar.”
“No es lo que quería que me dijeras.”Gruñendo, Seth lo soltó. Hacía dos semanas que estaba todo igual. Y ya estabapodrido de ser el chivo expiatorio de Noir. De ser culpado y castigado por loobstinado que era Solin. Dado lo que le estaban haciendo, sería lo mismo estaratado a la mesa al lado de Solin.
 Pero ,nunca más.
“Bien. Iré a interrogar a Lydia. Veamos lo quesabe.”
Solin gritó tan fuerte y con tanto dolor quetenía que venir de la parte más profunda de su alma. “No la lastimes. No teatrevas! Te voy a conseguir lo que quieras si la dejás ir.”
Por una vez, él le creía. La emoción en la vozde Solin  y en sus ojos era tan real queno podía ser falsa, y ese grito…
Era uno que venía del amor. Seth no tenía unconcepto de esa palabra. Pero había visto a madres morir protegiendo a sushijos. Hombres que se sacrificaban a sí mismos por sus amigos, familia, yesposas.
 Lydiasignificaba tanto para Solin?
 “Medarías tu vida por la de ella?”
Solin no dudó en su respuesta. “Sí.”
Fascinante. Qué haría que un Dios quisieramorir para salvar a alguien? “Pensas que ella haría lo mismo por vos?”
 “Ellavino por mí.”
 Esaspalabras lo dejaron helado. Solin tenía razón. Ella había arriesgado todo paratratar de rescatarlo. “La amás?”
 Solinno respondió. En vez de eso, hizo algo que nunca había hecho durante sus horasde tortura.
 Elsuplicó. “Por favor, no la lastimes. Te lo juro, si la mantenés a salvo, tetraeré la llave y la pondré en tus manos.”
 Elalivio lo traspasó al finalmente escuchar las palabras que lo salvarían y lolibrarían de más degradación.
 Eso siSolin no le estaba mintiendo. Lydia significaba tanto para él?
 Laconfianza no estaba en su naturaleza. Cada vez que había cometido ese error,las repercusiones habían sido terribles. La única cosa en la que tenía fé eraen la voluntad que otras personas tenían para cagarse en él y mentirle.
 Pero enesto, no tenía alternativa. Tenía que conseguir la maldita llave. Más valetemprano que tarde.
 Élclavó a Solin con la mirada. “Tenés tres días para volver. Si no tenés la llavepara cuando se cumpla el plazo, entonces te enviaré los restos de Lydia.” Dandoun paso hacia atrás, Seth chasqueó los dedos.
 Lascadenas se disolvieron.
Solin se quedó ahí acostado, débil yrespirando con dificultad. De la misma forma que él había hecho cuando Sólin lohabía liberado. Una parte de él sentía culpa por tener que hacer esto. Odiabacausarle dolor a alguien más. Pero mejor si era Solin y no él mismo. Al menosno le había cosido la boca a Solin. Él se rascó la pera con el dorso de sumano, mientras un dolor fantasma le recordaba cuánto dolor había pasado.Tampoco había violado las partes privadas de Solin. El bastardo pensaba quesabía lo que era la tortura. No tenía idea de lo suave que había sido Sethcomparado con los otros a los que llamaban hogar a este infierno.
 Solindebería estar arrodillado en agradecimiento.
 Sethestiró su mano y le devolvió las ropas a Solin. “Tres días. No falles.”Entonces usó sus poderes para enviar a Solin al reino mortal de dónde lo habíasecuestrado.
 Cómodeseaba poder ir con él. Pero Noir le había sacado la habilidad para irsecuando lo trajo por primera vez.  Solopodía transportar a otros desde y hasta el reino humano.
 Nuncaél mismo.
 Pero eneste momento no importaba.
 Sethrespiró aliviado al pensar en darle la llave del Olimpo a Noir. Lo haríaextremadamente feliz. O al menos tan feliz como el hijo de puta miserablepodría serlo.
 Quizásen ese momento lo perdonaría y lo dejaría quedarse sin cadenas.
 Y consuerte, Solin volvería en unas horas.
 Mientras tanto, él quería entender qué era tanespecial de esta mujer que un Dios como Solin daría su vida por ella.
 Estaríaloco Solin por anteponer la seguridad de Lydia a la propia? La gente mentía ytraicionaba. Especialmente cuando había amor de por medio. Era solo unaherramienta que los fuertes usaban contra los débiles.
 Él losabía mejor que nadie.
 Te amo.Se burló ante el mero pensamiento. Palabras baratas y sin sentido que se decíanlas personas egoístas que eran incapaces de entender su significado.
 Lydiaera exactamente igual a los otros. Ella se volvería en contra de Solin.
 Y él leharía un favor al Dios.
 Se loprobaría.
Capitulo 3
Cuando volvió a su habitación, Seth esperabaencontrar a la mujer alerta y agazapada, lista para hacerlo pedazos. En vez deeso, ella estaba sentada en una esquina, con los brazos cruzados sobre susrodillas y su cabeza apoyada en sus antebrazos. El suave y gentil ronquido lehizo saber que ella estaba profundamente dormida.
 Cómopodía ser?
 Él nohabía podido hacer nada más que tomar siestas desde que lo habían liberado. Yesas siestas eran realmente cortas. Momentos donde se despertaba de golpe alescuchar el sonido más débil o un cambio en el aire. Real o imaginario.
 Y elladormía en medio del territorio enemigo, y....
 Dormía.
 Profundamente.
 Sos tantonta.
 Más quenada, ella era una curiosidad envuelta en un enigma y una contradicción. Porqué? Por qué arriesgaría su vida y cuerpo por alguien más? Por qué había venidoa este lugar?
 Honestamente.
 Antesde darse cuenta de lo que estaba haciendo, él acortó la distancia entre ellos yse arrodilló en el piso a su lado. Su armadura emitió un suave sonido por elmovimiento. Su largo y negro cabello que caía por sus hombros y piernas,formando como una capa brillante.
 En esaposición, se veía más frágil y pequeña de como la recordaba . . . Como unapequeña rosa negra en el piso. Y ella tenía un aroma a belleza. La mayoría delos demonios tenían un hedor característico. Pero ella no.
 Ellaolía como el sol de verano que no había visto desde que era un niño... en esosdías cuando todavía creía en la belleza y la decencia. Cuando esperaba conansias un futuro, que estúpidamente, pensaba que sería brillante.
 Cuandosu inocencia había sido tan violentamente arrancada de su ser, y lanzada en sucara.

Dudando, pero con demasiada curiosidad comopara detenerse, tocó un mechón de su cabello que caía por un costado. Lasuavidad de ese rulo lo asombró. Era como tocar el pétalo de una rosa. Al menosasí era como lo recordaba.
 Lentamente, lo levantó hacia su nariz para quepudiera aspirar el aroma dulce y placentero que parecía ser parte de ella. Oh,Si... lo hacía pensar en un hogar que nunca había conocido o tenido.
 Cerrósus ojos para saborear el aroma mientras recorría su sangre como el fuego. Encontra de su voluntad, sus pensamientos se enfocaron en cómo se vería desnuda.Cómo se sentiría tenerla abajo de él mientras él probaba su piel bronceada y latomaba.
 No,mejor aún sería tenerla encima de él. Sí, esa era la imagen que buscaba. Con susuave cabello haciéndole cosquillas mientras lo montaba como nadie lo habíahecho antes. Despacio y suave. Con dulces besos que no lo harían sangrar.
 Como siél significara algo para ella.
 No seasestúpido. Desde cuando te volviste una viejita sentimental? El sexo es el sexo.No tiene un significado, y un acto animal que el cuerpo necesitaba de vez encuando. Solo un imbécil buscaría emociones en el acto.
 Y desdecuándo el sexo era tierno? Especialmente para algo tan desagradable como lo erael? Diablos, tenía suerte de que alguna hembra se rebajara para hacerlo con él.
 Lydiajamás lo haría.
 Esepensamiento lo lastimó en su interior. Pero era verdad. Lo primero que habíahecho despues de recobrar su fuerza fue encontrar un demonio amante para saciarlo que tanto había extrañado, el único placer que Noir no le había quitado.Necesitaba canalizar en la peor de las formas. Pero la pálida piel gris deldemonio había sido fría y seca, su toque duro y demandante mientras ella lehabía clavado las uñas y lo había mordido hasta hacerlo sangrar. Inclusive lehabía roto algunos dientes. Y su cabello había sido áspero y frágil. Nada quever con la cálida suavidad de su pequeña flor.
 Abrítus ojos, lirio.
 Como siella hubiera escuchado el deseo en su interior, suspiró y se refregó lasmejilas en los brazos. Parpadeó una vez, y luego se irguió al darse cuenta queél estaba precisamente a su lado. Inmediatamente se alejó de él con pánico ensus ojos color topacio. Para su decepción, sus acciones causaron que su cabelloestuviera fuera de su alcance. Su cuerpo entero se tensó para la batalla, comosi esperara que tuviera un brote psicótico sin razón aparente.
 "Yo...." se frenó a si mismo antesde prometerle que no iba a lastimarla. Él se rehusaba auque ella lo supiera.
 Siemprees mejor ser temido.
 Así queen vez de eso se movió para confrontarla.
 Lydiase levantó después de él, sólo para darse cuenta que en realidad no importaba.Aun parados él la superaba en tamaño ampliamente y la hacía sentir como sifuera pulgarcita. que los Dioses la ayudaran si él se tornaba violento. Nopodría dar demasiada pelea. Ya había hecho lo mejor posible al apuñalarlo, y élla había acorralado tan rápida y fácilmente que todavía estaba sorprendida.Pero ella pelearía. Mientras tuviera un aliento de vida, no se rendiría sinpelear.
 Sinembargo, él no se movió.
 Ellamiró al demonio, deseando tener alguna forma de interrogarlo. Si solo tuvierasus poderes. Entonces podría proyectarle sus pensamientos.
 Pero eneste momento...
 Lomejor que podía hacer era mirarlo con odio.
 Ellatrató de hacerle señas nuevamente. Pero todo lo que logró fue que él fruncierael ceño. Algo que lo hacía doblemente siniestro al sumarle las líneas rojas ynegras en su blanco rostro.
 "Así es como hablás?" le preguntó.
 Ellaasintió con la cabeza.
 Élputeo por lo bajo.
 Usandoseñas de dígalo con mímica más que de lenguaje de señas, ella trató de decirleque, si podía devolverle algunos de sus poderes, ella podría hablarle.
 Fruncióel ceño aun más. "Qué? El techo? Qué hay en el techo?"
 Ellasuspiró con frustración mientras trataba de pensar otra forma de expresar quehablaba de sus poderes. Ella movió los brazos como si representara humo.
 Élfrunció la boca disgustado. "Esto es molesto."
 Eldemonio no tenía idea.
 Ella setomó un momento para pensar qué más podía intentar. Tenía que haber algunaforma de escribir...
 Antesde que pudiera parpadear, él se manifestó frente a ella. Solo su tamaño y elshock de que apareciera tan cerca de repente, la dejaron sin aliento. A ladistancia, él parecía fiero.
 Tancerca como estaba ahora, ella podía, literalmente, sentir sus poderes. Erancomo una corriente eléctrica en el aire que le ponían los pelos de punta.
 Él eramucho más grandote que ella y no tenía nada que ver con la armadura que teníapuesta. Era enorme.
 Esosojos azules la quemaban con una frialdad tan profunda, que era increible que nose hubiera convertido en una estatua de hielo.
 En esemismo momento, él la tomó con un brazo y la atrajo hacia él. Sus ojos brillaronun instante antes de que bajara su cabeza hacia sus labios.
 Por unsegundo, se paralizó con la cálida suavidad de sus labios. La gentileza de suabrazo mientras su lengua barría con la de ella en el beso más dulce que habíaconocido.
 Hastaque recordó que el era el demonio que había estado torturando a Solin. Su furiaencendiéndose, ella le mordió el labio con todo lo que tenía.
 Élretrocedió con una puteada.
 "Sos un bastardo!" Lydia se congeló,con los ojos como platos, después que esas palabras salieran de su boca en vezdel aire sin sonidos con el que normalmente hablaba. En estado de shock, ellase llevó las manos a los labios y la garganta.
 Erarealmente su voz? Así sonaba cuando hablaba? Era tan extraña y diferente, y..
 Eraincreíble.
 Lamirada del demonio prometía muerte mientras se limpiaba la sangre de sus labioscon el dorso de la mano. "Tenés suerte que no te mate por eso."
 Peroesa no era su preocupación más grande. Qué le había hecho? Cómo podía haberledado una voz cuando nadie más había podido hacerlo?
 Nadie.
 Nisiquiera Solin.
 Con unrugido siniestro, se lamió el área donde lo habían mordido. "Ahora podéshablar."
 "Cómo?" El sonido de su propia vozla hizo saltar.
 El sefrotó su labio inferior con su pulgar, y frunció la boca al ver la yema deldedo roja por la sangre que aun brotaba de su herida. Hacía juego con laslíneas rojas que surcaban su rostro. "Tengo todo tipo de poderes. Ese essolo uno."
 "Por eso me besaste?"
 Sumirada podía congelar cualquier cosa. "Para nada. Todavía me faltaba hacerque me sangrara el labio hoy, así que pensé que esta sería la mejor forma.Muchas gracias por ayudarme con eso."
 Suhumor sarcástico la tomó por sorpresa. Por un momento, no lo vio como undemonio terrorífico. Él casi parecía...
 Humano.
 Perturbada por ese pensamiento, miró a sualrededor nerviosa. "Qué otro tipo de poderes tenés?"
 Supregunta lo devolvió a su semblante siniestro. Cuando habló, gruñó las palabrascomo si fuera el demonio que parecía ser. "Rezá para que nunca teenteres."
 Bien.Si quería jugar ese juego...
 "Por qué me trajiste acá."
 Sumirada se movió en dirección a la cama.
 Elcalor se extendió por sus mejillas. "Podés olvidarte de eso. A menos quete guste la necrofilia, no va a pasar nunca."
 "Necrofilia?"
 Ella sepreparó por si la atacaba. "Me suicidaría antes de dejar que metoques."
 Seth sequedó completamente helado ante esas palabras, mientras lo lastimaban más queuna trompada, y lo llevaban directamente al pasado.
 Pedazode mierda, estás fuera de mi nivel. Ella no lo dijo, pero su tono e indignaciónlo implicaban. De repente, él era joven otra vez, y se burlaban de él por suineptitud.
 Acosado.
Humillado.
 Noservía para nada.
 En estemomento se sentía como se había sentido antes. Lastimado por una verdad que nopodía cambiar. Él no había pedido nacer, ni mucho menos ser inmortal. Él habíatratado de ser una persona decente. Una vez. Y a dónde lo había llevado eso?
 A sertorturado por siglos.
 Surabia se encendió y le tomó toda la voluntad que tenía no pegarle y derribarlade ese pedestal desde donde lo miraba con desprecio con su nariz respingada.
 Laúnica verdad que sabía mejor que nadie, y que se la habían machacado hasta quele entró en la cabeza era que las palabras eran mas dolorosas que los golpes.Siempre permanecían mientras las cicatrices se curaban y los moretones se iban.
 Lasagresiones verbales llegaban al alma y carcomían en corazón por toda laeternidad.
 "No te la creas, mujer." La miró dearriba a abajo. "Prefiero masturb*** con un papel de lija lleno de pulgasque tocarte."
 Lydiase quedó paralizada momentáneamente por sus palabras tan crudas y vívidas.Nadie le había dicho algo así antes. "Entonces por qué estoy acá?" Notenía sentido.
 Él lecontestó con otra pregunta. "Por qué viniste por Solin?"
 Por quévendría? "Porque estaba en problemas y necesitaba que alguien loayudara."
 Arriesgaríastu vida por él?
 Ella seburló de esa pregunta ridícula. "Creo que esa respuesta es obvia. Estoyaquí, no?"
 Esopareció confundirlo más. "Pero, por qué?"
 "Por qué, qué?"
 Su ceñose frunció más. "Por qué arriesgarías tu vida por protegerlo?"
 Ella sedio cuenta de que él honestamente no sabía de lo que ella estaba hablando. Eracomo si hablaran idiomas distintos. "No hay nadie a quién protejas?"
 Orgulloso, se irguió más. "Yomismo."
 "Y..."
 Lasemociones visiblemente le recorrieron el rostro. Sorpresa, introspección,shock, y finalmente se vio todavía más confundido. "Nadie. Las criaturasmilenarias son traicioneras y crueles. Nadie vale lo suficiente como paraderramar mi sudor y sangre.”
 Bueno.Entonces eso era todo.
 Èl eraun demonio, de pies a cabeza. Sin alma. Sin habilidad para valorar o amar aalguien excepto a el mismo. Por qué esperaría algo más? "Entonces eso medice todo de vos, no?"
 Élarqueó una ceja. "Qué te dice?""Que sos un bastardo."Él nosonrió, pero ella podía darse cuenta que el insulto le parecía entretenido."Acaso no lo somos todos?"
 "No." Ella bajó la voz para hablaren un tono firme. "No, no lo somos. Ni de casualidad."
 Élfrunció la boca en un gesto siniestro y burlón que probablemente le habría dadopesadillas a muchas personas. "Entonces sos una tonta. Solin ya se fue yte dejó. Ni siquiera miró hacia atrás cuando lo liberé."
 Si,claro. Ella conocía a Solin. "Me estás mintiendo."
 Éllevantó las manos para formar una niebla. En el medio de la niebla, vio el lugardonde había estado Solin. Una habitación que en este momento estabacompletamente vacía. "Ves? Él se fue, pero vos todavía estás acá, aunquesabe que lo más probable es que te torture y te mate por estar acá."
 Eldemonio le estaba mintiendo sobre .... se negó a terminar ese pensamiento encaso de que le estuviera leyendo la mente. Solin nunca haría algo así. Ella losabía."Entonces el tuvo una buena razón para irse y dejarme acá."
 "Él cambió tu libertad por la suya."
 Ellanegó con la cabeza. "No te creo. Ni una sola palabra. Ni por unminuto." Y no le creía, aunque su instinto animal le decía que él estabadiciendo la verdad. Ella tenía fé en Solin. Siempre tendría fé en él.
 Sethestaba sorprendido por la confianza que tenía en alguien que seguramente no lamerecía. La única cosa en la que él confiaba de esa forma era en la voluntadque los otros tenían para lastimar o sacrificarlo por caprichos, gananciaspersonales, y placeres.Cómo podía alguien de su edad ser tan estúpida y ciega?

De repente, él escuchó que Noir lo llamaba. Sino fuera porque estaba con ella, temblaría. Él sabía lo que su amo quería ytambién sabía cómo reaccionaría el bastardo cuando lo decepcionara con sureporte.
 Denuevo.
 Eso ibaa dejar una cicatriz...
 Pero notenía elección. Hacer esperar a Noir solamente empeoraría su castigo.
 Suspirando con resignación, manifestó comidapara la mujer en su escritorio. No tenía sentido hacerla pasar hambre cuando élno sabía cuánto tiempo estaría ausente esta vez.
 Se lehizo un nudo en el estómago que lo ahogaba. No de miedo, pero de ansiedad.
 "Volveré."
 Lydiaquizo preguntarle a dónde iba, pero se fue demasiado rápido.
 Agradeciendo su ausencia, ella tratónuevamente de encontrar una forma de salir. No había ventanas. Ni armario. Sóloesta habitación y nada más.
 Quéraro..."Qué voy a hacer cuando tenga que ir al baño?"
 No eracomo si tuviera que usarlo ahora, pero....Un sonido a su espalda la hizosaltar. Ella se dio vuelta para ver una puerta en la pared. Con su corazónlatiendo fuertemente, corrió hacia ella, esperando que diera al pasillo. Lo quehabía detrás de la puerta la sorprendió todavía más.
 Era unbaño enorme y brillante con una ducha de mármol y una bañera de pie. Ladecoración brillante parecía fuera de lugar junto a la austeridad del cuarto.Obviamente este era el lugar donde el bastardo vanidoso se malcriaba.
 Ellaabrió y cerró la puerta mientras consideraba la forma en la que habíaaparecido. Cómo funcionaban las cosas acá? Uno preguntaba y..."Quieroirme."
 No pasónada. Vamos, no me hagas esto. Sabes que quiero salir de acá. Ella volvió aintentarlo. "Por dónde me voy? Qué hago cuando tenga que irme?"
 Quizásla clave estaba en la forma de pedirlo. Pero volvió a decepcionarse cuando lapuerta no apareció.
 Nocreiste que iba a ser tan fácil, verdad? Un chacal podía soñar. Hablando deeso, trató de convertirse en chacal. Pero inclusive esa habilidad innata le fuequitada. Ella era completamente humana.
 Quéhorrible.
 No esque ser humano fuera algo malo, pero a ella no le gustaba sentirse vulnerable.A ella le gustaba tener sus poderes. Todo lo que le quedaba en este momentoeran sus sentidos súper desarrollados. Al menos tenés algo.
 Oh,genial. Qué suerte tengo! Mañana ganaré la lotería.
 Si,tenía tanta suerte.
 "Pero ahora tengo voz." Ella no pudoresistir decirlo en voz alta. Era tan extraño poder hablar después de toda unavida de silencio.
 Laúltima vez que había hablado ...Ella se encogió al recordar el horror que lehabía costado su voz. Su madre se la había robado para mantenerla a salvo.
 Alfinal, ella deseaba que su madre la hubiera dejado gritar y morir con el restode ellos. Habría sido un destino más misericordioso.
 Especialmente si el demonio le hacía lo que lehabía hecho a Solin.
 Queriendo una distracción de un pasadodemasiado doloroso para contemplarlo, y un futuro que no se veía muy bien, ellavolvió a la habitación, donde el aroma de la comida caliente la llamaba hastael escritorio.
 Ellasacó la tapa de la bandeja de plata para encontrar una mezcla extraña. Bananasfritas? Irónicamente, a ella le encantaban. Quizás le había leido la mente? Esepensamiento la asustó. No le gustaba la idea de que nadie leyera suspensamientos.
 Losotros platos tenían más sentido. Dulces y una suerte de pastel de carne.También había muchas frutas frescas y vino. Suficiente como para alimentarlapor días.
 Todo seveía delicioso, lo que le hacía preguntarse. "Estará envenenada?"
 Con undemonio, nunca se sabía. Aunque para ser honesta, si la quería muerta,seguramente no tenía que recurrir a envenenarla. Muy probablemente podríamatarla con sólo pensarlo. Y definitivamente con sus manos.
 Seguramente la comida era confiable.
 Tomandoun plato limpio, lo llenó con comida, y luego se sentó para comer en la guaridade su enemigo.
 "Ybueno?"
 Sethodiaba esa palabra con una pasión furiosa. En su lista, ocupaba los primeroslugares, como sacarle los ojos a alguien, destriparlo y castrarlo.
 Notenía miedo de Noir. Era sólo que sabía lo que el bastardo iba a hacerle cuandocontestara, y el odiaba la espera del dolor que estaba por venir.
 Solamente, no me castres...el sexo era laúnica fuente de placer, por más remoto que fuera, que podía tener.Lamentablemente, odiaría perderla.
 "Estoy cerca, mi señor."
 Noirsiseó como una serpiente que se estaba preparando para atacar. "Cerca? Nofue eso lo que me dijiste hace dos días?"
 No, tedije que me dejaras solo para cuestionarme, Rey de los idiotas, y me mandaste ahacer tantas cosas que no tuve más que una hora para interrogarlo en más de dosdías.
 Sethapretó los dientes para evitar decir las palabras que solo lograrían que locastraran. Se forzó a si mismo a mantener la mirada en el piso, a los pies deNoir. Si miraba hacia arriba, Noir le arrancaría los ojos. Pero lo que realmentequería hacer era matarlo a palos.
Si sólo pudiera. Sin poderes, no podría nisiquiera darle una piña antes de que Noir lo inmobilizara. Y porque habíatratado de hacerlo un número de veces, él sabía exactamente cuál era el castigopor esa estupidez en particular.
 "Finalmente encontré una forma de hacerlohablar. Tendré la respuesta muy pronto."
 En vezde calmar a Noir, lo hizo encender una furia homicida. "Decime, realmente,duele ser tan estúpido? Tengo que saberlo. Realmente? Pensé que para este momentoya habrías aprendido que no tolero errores."
 Seth sepreparó para el dolor, mientras este se exparcía por su cuerpo entero y laarmadura se desvanecía. Tan pronto como estuvo desnudo, Noir lo lanzó contra lapared de piedra que estaba detrás de él. Él tuvo un doloroso aterrizaje en elpiso, mientras trataba de respirar, pero era imposible hacerlo en la agonía deldolor. Noir fue rápidamente hacia donde estaba y lo levantó por la garganta,asfixiándolo con su agarre. Era imposible no ver el brillo maligno en sus ojos,que decía que esto no era un castigo.
 Erapuro placer.
 Si, ibaa ser una noche realmente larga.
Capitulo 4
Lydia caminaba en círculos en la habitación dela cual había memorizado cada detalle, hasta el diseño de las grietas en elpiso. Ya había comido, y había caminado por lo que parecían ser horas yhoras....

O un día entero.
La frustración le había hecho un nudo en lagarganta. Cómo era posible..
El aire se movió detrás de ella.
Ella se dio vuelta, lista para pelear.
El demonio finalmente había vuelto. Pero habíaalgo mal. El chacal en ella podía sentirlo aunque él estaba parado tanorgullosa y fieramente como lo había estado antes.
Tensa y nerviosa,  ella esperó a que él hiciera o dijera algo.
Como ella, él no se movió mientras seestudiaban el uno al otro. El peso de esa mirada helada, y terrorífica lecausaron escalofríos...
Qué iba a hacer?
Seth contuvo el aliento mientras en silenciodebatía sobre lo que iba a hacer. Era tonto estar en este lugar herido. Él losabía.
Su habitación siempre había sido el únicolugar en el infierno al que podía retirarse y estar a salvo de todos menos deAzura y Noir. No había forma de mantenerlos afuera.
Pero con ella aquí...
De qué te estás quejando? Serías abusado detodas formas. Al menos ella no tenía sus poderes. No podía causarle muchodolor.
Pero con los otros...
El dolor sería ilimitado, especialmentedespués de su venganza.
No tengo otro lugar a dónde ir.
Él preferiría haberla encerrado antes de irsea descansar, pero Noir lo había drenado completamente, después de quefinalmente se cansó de golpearlo. Seth estaba tan débil ahora. Tan enfermo. Erauna maravilla que hubiera podido volver.
No te caigas, maldito, pedazo de mierda. No teatrevas a mostrar debilidad. Él tenía un espíritu fuerte. Pero su cuerpo serehusaba a cooperar. Contra su voluntad, sus piernas cedieron y él golpeó elpiso tan fuerte, que le sorprendía no haber roto la piedra. Él trató demantenerse consciente. De arrastrare hasta su cama.
Pero su cuerpo ni siquiera le dejaba hacereso. Estaba demasiado dolorido y cansado.
A pesar de todo lo que intentó, la oscuridadlo absorbió.
Lydia dio un paso hacia atrás mientras lomiraba yacer en el piso en una enorme armadura de metal. Sería un truco?
Por qué usaría ese tipo de truco? Qué ganaríacon caer al piso frente a ella?
Aun así... los demonios en Azmodea erantraicioneros. Malignos. Uno nunca sabía de qué cosas terribles eran capaces. Nohasta que era demasiado tarde y estaban sobre uno.

Con mucha cautela y curiosidad, ella searrastró hacia adelante, lista para alejarse si intentaba agarrarla.
Él no lo hizo.
No fue hasta que se arrodilló que vio lasmanchas de sangre que se propagaban por su cabello, y por su cara y armadura.En varios lugares, la sangre venía desde abajo de la armadura y caía al piso depiedra.
Él había sido torturado. Profundamente. No,salvajemente. Los golpes habían hecho que se corriera la pintura blanca, roja ynegra en su cara, mostrándole que sólo era maquillaje y no su tono de piel.
Qué hago ahora?
No había nadie a quien llamar por ayuda. Y enel fondo de su mente estaba el miedo de que si moría, ella también moriría.Nadie sabía dónde estaba. Probablemente ni siquiera Solin.
Mierda.
Cuál era la profundidad de las heridas que tenia?La respuesta era obvia. Lo suficientemente malherido que algo tan letalmenteferoz como él había perdido la conciencia. Dado lo que había visto de él,parecía imposible.
A pesar de eso el yacía quieto como un hombremuerto. Y había una lago de sangre formándose debajo de él.
Ella buscó las hebillas en su armadura ycomenzó a quitarle las partes más pesadas. Y eran tan pesadas como planchas deplomo. Cómo podía caminar con eso puesto y no caerse? Con razón era tan enorme.Tenía que serlo para soportar semejante peso.
Debajo de la armadura usaba un traje negro yfino que debía ser el relleno para evitar que el metal le dañara la piel.Cuidadosamente lo quitó para examinar sus heridas.
Al exponer su cuello, descubrió algoinesperado. Había un tatuaje singular de un hermosa y colorida golondrina. Lacola comenzaba en el borde de su cuello, y bajaba hasta la clavícula con susalas que abarcaban desde su hombro hasta justo arriba del pezón. Un pezón quetenía una terrible cicatriz como si alguien le hubiera hecho un piercing, yluego lo hubiera arrancado. Ella se encogió ante la sola idea y sin pensarlollevó la mano hacia su propio pecho.
Eso tenía que haber dolido.
Tratando de no pensar en eso, continuó mirandocon detalle el tatuaje. La golondrina era de color azul en su mayoría, pero lasalas también era n rojas, amarillas, verdes y blancas. La cola del ave sedividía en dos, y en el medio había dos plumas que parecían ser un roto corazónrojo oscuro.
Qué raro. Ese pájaro no concordaba con sumaldad. Era algo optimista, o algo que un soñador querría.
No la mano derecha del mal encarnado.
Pero ella no tenía tiempo de pensar en esoahora. Mientras siguió desvistiéndolo, descubrió un cuerpo musculoso, cuyaperfección absoluta era estropeada una y otra vez por cicatrices, cortes ymoretones. Muchísimos moretones que cubrían otros moretones, y las cicatrices yheridas que estaban una encima de la otra. También había muchísimas marcas demordidas, algunas tan claras que se podía ver la impresión dental, tanto que undentista lo envidiaría. Ella se daba cuenta que al menos tres tipos de seresdiferentes lo habían atacado.
El estómago se le hizo un nudo ante laspruebas que indicaban una vida entera de pura miseria. Dios Santo, cuantasveces habría soportado palizas para llevar esta cantidad de daño en el cuerpo?
Honestamente, no podía elegir entre todas,cuál le habría causado más daño. Aunque la que tenía debajo de la pera se veíarealmente terrible.
Peor que las espantosas cicatrices, eran lostajos y lastimaduras recientes que habían sido hechas por un látigo de púas.Debía ser eso lo que lo hizo colapsar. Ella aspiró con fuerza. Alguien lo habíadestrozado, y al verlo uno se daba cuenta que lo habían disfrutado. Ella violas heridas en sus antebrazos y bíceps, probablemente resultado de un intentode querer defenderse y evitar que le pegaran en otras partes del cuerpo, perohabía fallado.
Obviamente este demonio no estaba en la cimade la cadena alimenticia en este lugar, lo cual le hacía preguntarse quién lehabría hecho esto.
Noir? Azura?
Y por qué?
Qué había hecho para hacer que lo quisieranlastimar de esta forma?
Sin respuestas, ella lo desvistió hasta losshorts negros y largos que usaba debajo de su armadura como relleno. Lerecordaban a sus pantalones de ciclista y se ajustaban a sus estrechas caderasy muslos tonificados.
Lydia trató de no mirar el bulto en ese lugarque le decía que sus músculos no eran la única parte de su cuerpo que eraenorme. Los Dioses definitivamente habían sido generosos con él en ese área.
Cortala.
Pero era tan dificil no quedarse mirando. Éltenía el tipo de cuerpo que una mujer no veía todos los días. El tipo en el queuna quería envolverse y sentir la calidez y contextura sobre la piel. Ymientras, seguramente él era malvado hasta la médula, no se podía negar elhecho de que estaba formado exquisitamente.
No, era tan delicioso como para chuparse losdedos, y ella casi podía entender por qué lo habían mordido. Pero las otrasmarcas...
Esas no las entendía.
Ella volcó su atención hacia su cabeza, sondela sangre se derramaba por una cortada justo sobre su oreja derecha. Él todavíaestaba inconsciente.
Y sangraba por todos lados. Ella no podía nisiquiera hacer una lista de sus heridas.
Su mirada bajó hacia su brazo donde ella lohabía apuñalado. Tenía tantas heridas ahi, que no estaba segura cuál sería lade ella. Ese pensamiento le causó náuseas. Con razón no había reaccionado.Probablemente lo había apuñalado sobre otra herida.
Y aunque ella no le caía bien ni confiaba ennadie, tampoco quería lastimar a la gente. Ni siquiera a él. Le dolía haberlehecho más daño del que ya había padecido y se odiaba a ella misma por estadebilidad.
No debería importarle su dolor en lo másmínimo. Él definitivamente no había tenido compasión por Solin. Por qué ledolía verlo tan lastimado?
Porque son soy un demonio carente de alma comoél. A ella no le causaba gracia ni le parecía humano abusar ni maltratar.

Con el estómago hecho un nudo y sintiendocompasión por él, fue al baño para llenar una vasija con agua tibia paralimpiar y vendar sus heridas.
Las vendas, las hizo rompiendo sus sábanas.
Tomó algo de tiempo, pero con mucho cuidadolimpió y vendó cada herida. Una vez que terminó con su cuerpo, tiró el agua,limpió la vasija y luego la llenó nuevamente con agua para encargarse de sucabeza y rostro.
Mientras lavaba el maquillaje de susfacciones, lentamente descubrió la verdad sobre su "demonio."
Él era hermoso. Absolutamente impactante.
No había otra palabra para eso. Habría sidotan hermoso como una mujer, pero el corte de su quijada y sus pómulos erancompletamente masculinos, y ambos estaban cubiertos por una sombra de barba.Con razón usaba maquillaje. Sería difícil aterrorizar a los demonios de estelugar si se veía de esta forma, a pesar de su altura y su musculoso cuerpo.
Además, estaba segura de que lo usaba paraocultar los moretones en su sien, mejillas y mandíbula.
Antes de darse cuenta de lo que estabahaciendo, recorrió sus labios suaves con su dedo, recordando que rico habíasido su beso hasta que....ella se encogió al ver la marca donde lo habíamordido.
Obviamente, lo último que necesitaba era másdolor. Y ella estúpidamente había pensado que estaba bromeando cuando le dijoque todavía no le habían roto el labio en ese momento.
"Lo siento tanto," le susurró,preguntándose si habría tenido algún momento de felicidad en su vida. Aunquepor la condición en la que estaba su cuerpo, pensaba que no.
Cuánto tiempo habría vivido en este reinoinfernal?
Un minuto habría sido demasiado tiempo 
Con un nudo en la garganta, ella lavó lasangre de su cabello. El cual se contrajo en rulos color castaño al minuto quelo mojó.
Así que no era lacio después de todo. Esosrulos eran increíblemente sedosos y le daban una apariencia juvenil, como en unmuñeco de colección. Quién lo habría pensado?
Ahora que lo había visto desnudo y limpio, loúnico que daba miedo sobre él, era lo increíblemente hermoso que era.Atractivo. Era casi imposible no mirarlo.
Aun era la persona que había torturado aSolin... quien lo habría matado si ella no lo hubiera detenido.
Y era verdad. Su apariencia no cambiaba lacrueldad de sus acciones. Sin importar qué, era su enemigo. Y siempre lo sería.
Si fuera lista, lo apuñalaría en el corazónmientras pudiera.
El cuchillo de cocina estaba solo a unosmetros.
Y si lo hiciera? Él le había dicho a ella queera indestructible. Y ella no tenía una razón para asumir que estaba mintiendo.Sus golpizas y cicatrices y el hecho de que todavía respiraba, le decían quehabía sido honesta acerca de eso.

Además, aunque lo matara, continuaría atrapadaen este lugar. Eso no cambiaría. Sin él, ella no tenia forma de irse ni decomunicarse con alguien.
Él era su única esperanza de salir.
Si sólo pudiera hacerle llegar un mensaje aalguien de afuera. Pero por más que tratara, seguía atrapada. Qué voy a hacer?
Nunca se había sentido tan perdida.
Un escalofrío le recorrió la espalda al verque su futuro no pintaba nada bien.
Por ahora, era mejor tolerar al demonio queconocía en vez de a los que la esperaban fuera de este cuarto.
Seth se despertó lentamente para encontrarsetirado mirando al piso sobre la dura piedra. Clavó la mirada en la pared de lahabitación, temiendo el momento en el que comenzaría a sentir dolor. Pero alesperar, se dio cuenta que su cabeza estaba en una suave almohada y el peso quesentía en su cuerpo no era su armadura.
Alguien lo había cubierto con sábanas?
Qué carajo?
Frunciendo el ceño, quiso moverse solo paraescuchar una cálida y dulce voz que le hablaba.
"Cuidado! Vas a reabrir las heridas de tuespalda."
Desde las sombras, vio aparecer un ángel. Si,uno con dientes afilados, se recordó. Pero el dolor que sentía en este momentoen sus labios no eran por su mordida, eran por los cachetazos de Noir.
Se mareó cuando el dolor le vino en oleadas.Si, esto era a lo que estaba acostumbrado. La maldita miseria. Por un momento,tuvo miedo de volver a desmayarse.
"Tomá."
Ella levantó su cabeza de la almohada con eltoque más gentil que había conocido y lo ayudó a tomar agua del cáliz le él lehabía dejado con su cena.
El tragó cuidadosamente, con su gargantaardiendo por las heridas internas, hasta que le retiró la copa. Luego lefrunció el ceño. Le habría preguntado por qué lo estaba ayudando, pero larespuesta era obvia e innegable. Él era la única forma que tenía de salir yella lo sabía.
No había emociones en sus acciones. Solovoluntad de servicio.
Como todos.
Pero al menos no se había aprovechado de sucondición para lastimarlo más. Eso, solamente, era una novedad.
Aun más extraño era el hecho de que se habíatomado la molestia de cuidarlo. Su ceño fruncido se profundizó al enfocarse enel vendaje alrededor de su mano que estaba anudado en sus nudillos. "Tedije que no podía morir."

"Si, pero tampoco sos una persona que secura rápido. Tenía que hacer algo. Estabas sangrando por todo el lugar y elolor a la sangre me causaba náuseas."
Seth ignoró el comentario y trató deincorporarse aunque su punto de apoyo estuviera débil. Mareado por la pérdidade sangre se sentía tan débil...
De repente, Lydia estaba a su lado. Ella tomósu brazo y lo puso alrededor de sus hombros y pasó uno de sus brazos por sucintura para mantenerlo erguido. Su cálido aroma le llenó la cabeza, haciendoque su corazón se acelerara. Mejor se sentían las curvas suaves de su cuerpopegadas al propio. Curvas que le hacían agua la boca y lo ponían tan duro quepodía usar su pene como un martillo.
"Vamos hacia la cama antes de que vuelvasa caerte."
Esas palabras trajeron imágenes a su mente deél profundamente dentro de ella, mientras ella se arqueaba contra él. De loslabios de Lydia en cada centímetro de su cuerpo hasta que se sintiera borrachode ella.
Oh si, ya podía sentirla ahi.
Cálida. Mojada.
Flexible...
No seas estúpido. No era una invitación, y aella no le importaba un carajo él.
Pero era lindo tener a alguien aunque simularaque le importaba. Aunque sea un minuto.
Qué patético que soy para que algo tan falso ytrivial signifique tanto para mí.

Y él era patético. Deseando a una mujer quepreferiría destriparlo a acostarse con él.
No dejes que esto te debilite. Lo pagaría carosi dejara que alguien lo ablandara.
Y eso sería diferente a lo normal, por qué?
Disgustado consigo mismo, se movió paraalejarse de ella. "No necesito tu ayuda."
Ella levantó las manos en señal de tregua."Bien. Sangra donde quieras."
Seth se arrastró hasta la cama y se sentóantes de volver a desmayarse. Recorrió su cabello con su mano, y se congelócuando sintió esos malditos rulos que nunca usaba frente a nadie.
Mierda.
Y lo siguió un miedo tan terrible, que le diómás náuseas que sus heridas. Pasó su mano por la barba en su cara. "Melavaste..."
"Si."
Él se encogió al darse cuenta que ella habíavisto su verdadero yo. La parte que no quería que nadie viera. "Por qué?Tuvo que contenerse para mantener el veneno fuera de su voz.
"Tenías una herida en la cabeza que seveía grave y un moretón en tu mejilla izquierda. Quería asegurarme que no habíahuesos rotos."
Y si los hubiera tenido? "Habríaimportado?"
Ella dejó salir un suspiro cansado antes decontestar. "No, Capitán América, no habría importado. Perdón por haberquerido ayudar."
El no respondió al pasar su mano por debajo desu barbilla donde estaba esa repulsiva cicatriz de rayo que estropeaba supiel... todavía podía sentirla perforando su boca y lengua.
Le molestaba que ella supiera cómo se veía.Nada bueno venía de que alguien viera su verdadero rostro. Especialmente noacá. En Azmodea, siempre era mejor ser temido que deseado. Una lección muy duraque había aprendido en el momento en que NOir lo trajo aquí y le drenó suspoderes, dejándolo sin protección, y como víctima para todos los otros hastaque obtuvo la suficiente fuerza como para defenderse. Era otra de las razonespor las que no había forma de entrar a su cuarto excepto la teletransportación.
Nadie lo volvería a victimizar.
Excepto por las dos personas que lo poseían.No había forma de protegerse de la forma particular de brutalidad de Noir yAzura.
El estómago se le contrajo al pensar que sesentía desnudo frente a ella. Eso hizo que su rabia creciera aun más.
"No vuelvas a hacerlo. Nunca más."
Lydia revoleó sus ojos ante ese gruñido,mientras su armadura y maquillaje reaparecieron para cubrirlo. Si te hacesentir mejor, nene....
Un segundo después, los restos de su comidadesaparecieron y fueron reemplazados por más comida.
Ella le levantó la ceja. "Estáshambriento?"
Él negó con la cabeza. "Probablemente voslos estés. Cuánto tiempo estuve inconsciente?"
"No lo sé. No tenés un reloj," dijohaciendo un gesto hacia la pared, "O ventana para poder darme cuenta de lahora. Diría que es de día, quizás.”
Aun así él no se movió. Solamente se quedósentado como una gárgola enojada, planeando su venganza en alguna paloma.
Ignorando su mal humor, ella fue hacia lacomida, odiando el hecho de que estaba hambrienta. Había estado viviendo de lafruta, pero no había sido suficiente para satisfacerla. Estaba deseandoproteínas de la peor forma."Querés un poco?"
“No.”
“Gusano!”
Lydia saltó ante el terrible grito que hizoeco en las paredes que los rodeaba. 
El gesto de Seth se transformó en una máscaraasesina.
El odio en su mirada la quemó. Sin unapalabra, salió de su habitación y la dejo sola nuevamente.
Seth se manifestó en la oficina de Noir queera tan oscura como el corazón y el humor de Seth. "Me llamó, miseñor?"
"Y bueno ?"
Nunca más quería escuchar esa maldita palabranuevamente. Y estaba confundido de que Noir la estuviera usando ahora. "Noentiendo."
Noir lo abofeteó con tanta fuerza que sucabeza se fue hacia atrás y el cuello hizo un ruido extraño. Por un minuto vioestrellas mientras Noir le agarraba el pelo con la mano para acercarlo a é, ypodés gritarle en su oído sangrante. "Entonces te voy a hablar despacio yusar palabras simples para que inclusive un idiota patético como vos puedaseguirme." Noir tiró de su cabello con cada sílaba para puntualizarlas."Cuál. Es. Tu. Progreso? Tenés mi llave?
Seth apretó los dientes. No había manera deganar. Si le decía la verdad, le pegaría nuevamente.
Por favor, devolveme los poderes por unsegundo, maldito bastardo. Eso era todo lo que necesitaba para hacer que Noirsintiera su furia.
Maldito seas, Padre. Ojalá te vayas directo alinfierno! Espero que Sesmu te esté drenando tu sangre en este momento y teahogue en ella. Más que eso, esperaba que su padre se estuviera asando en loshornos del inframundo.
Pero nada de eso cambiaba el hecho de que eraun esclavo. Nada podía cambiar este momento.
O lo que estaban a punto de hacerle.
Y lo que más odiaba, era lo que le forzaban ahacer. Rebajarse. "Estoy haciendo lo mejor que puedo, mi señor."
 Noir loagarró del cuello y lo apretó tan fuerte que la voz apenar le salía."Mejor que me digas por qué no tenés más noticias que esas."
 Sethtosió cuando Noir lo apreto todavía más fuerte. "No-No pude."
 "Por qué?"
 Aunquesabía lo que le esperaba, Seth miró a Noir a los ojos y le dejó ver el peso desu odio. "Estuve inconsciente después de su castigo."
 "Eso es lo que te pasa por ser débil,patético perro. Si fueras un hombre podrías haberlo soportado."
 Sólosoy débil porque me robaste los poderes...
 El leagarró la muñeca a Noir para sacarlo de su garganta.
 "Te atrevés a desafiarme, esclavo?"
 Seth nocontestó con la verdad. Él sabía lo que vendría. Pero quería. Desesperadamente."Sólo vivo para servirle."
Noir lo abofeteó nuevamente. "Mejor quelo recuerdes."
 Cómopodría olvidarse? Lo quemaba por dentro como un horno de fundición.
"Si, mi Señor." Enfocó su vista enla pared para no tener que mirar al bastardo a los ojos y evocar su furia.
 Noir levió otra cachetada. "Estás prestanto atención?"
 Le tomócada parte de la voluntad que poseía no defenderse ante su señor. No lo hagas.No. No vale el costo.
 Aunasí, quería defenderse con tantas ganas, que podía saborearlo.
 "Si, mi señor."
 Noirempujó a Seth fuera de su alcance. "Se te está acabando el tiempo, perro.Y mi paciencia también. O me das lo que necesito, o te devuelvo a tu hoyo ydejo que los demonios te tengan por toda la eternidad."
 Entonces por qué estás perdiendo mi tiempohaciéndome aparecer acá cuando podría estar buscándola? Esa pregunta le quemabala garganta. Qué pelotudo.
 "Entiendo, mi señor."
 "No creo que lo entiendas, esclavo. Peroestás a punto de hacerlo."
Traducción: Mariana M. Agnelli

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